Tenía el pelo largo con bucles interminables que iban a dar a la nada. A destiempo ataba y desataba su cabello según soplara el viento. Un día sin sol se lo cortó de un golpe por donde dolía.
Entonces el mundo se volvií verde, de un verde enfermizo y criminal.
Sintió que ya no podía con la vida, que el dolor del mundo le aplastaba tanto, que sus ideas morirían disueltas antes de sobrevolar la atmósfera.
No había vida en un cuerpo sin mente, igual que no había poesía en un mundo sin sueños.
El tiempo pasaba, y sus pensamientos paseaban duditativos de un lado a otro de la habitación. Sentía como los colores volvían a traspasar su piel anegando su interior. Le habían devuelto la vida, y sin embargo, se preguntaba de constante si era real o ficticio el mundo dibujado ante sus ojos. La ausencia de respuesta hacía eco llegando a los lugares sombrío de su imaginación. Ahora, no sabe si ha muerto en vida o a vivido a la muerte. Y las horas pasan a ratos mientras las vidas se difuminan.
Entonces el mundo se volvií verde, de un verde enfermizo y criminal.
Sintió que ya no podía con la vida, que el dolor del mundo le aplastaba tanto, que sus ideas morirían disueltas antes de sobrevolar la atmósfera.
No había vida en un cuerpo sin mente, igual que no había poesía en un mundo sin sueños.
El tiempo pasaba, y sus pensamientos paseaban duditativos de un lado a otro de la habitación. Sentía como los colores volvían a traspasar su piel anegando su interior. Le habían devuelto la vida, y sin embargo, se preguntaba de constante si era real o ficticio el mundo dibujado ante sus ojos. La ausencia de respuesta hacía eco llegando a los lugares sombrío de su imaginación. Ahora, no sabe si ha muerto en vida o a vivido a la muerte. Y las horas pasan a ratos mientras las vidas se difuminan.