lunes, 28 de diciembre de 2009

De gris


Yo sólo quería soñar y compartir mis sueños, huir de esta ciudad gris que me atrapa y no me deja volar. Quería robar las estrellas y regalarlas a cambio de sonrisas.

Yo sólo quería cambiar el mundo, y el mundo acabó por cambiarme a mi. Me escondió tras un muro de miedo que fue creciendo con la experiencia y que hoy no se puede derribar.

Quería volar, muy alto, y tocar el cielo con mis alas, sin embargo me las cortaron antes de levantar del suelo una pulgada.

Quería regalar ilusiones, una por cada vez que cruzara una esquina, pero me las robaron antes de empezar.

Me hubiera gustado ser sabio entre los sabios, pero hoy en día las inquietudes están mal vistas y practicamente condenadas.

Me hubiera gustado también gritar, y me dejaron hacerlo en los avismos más profunos, donde nadie pudiera oírme.

Yo quería anarquía, y me encontré desolación. Busqué compañía y la soledad me envolvió. Quería amistad, y la amistad me apuñaló por la espalda.

Yo quería ser amor, y entonces perdí la fe en la humanidad.

Fotografía de:

http://la0vejanegra.blogspot.com/

lunes, 21 de diciembre de 2009

Sangre


En el momento en que mis labios tocaron su cuello, la vida volvio a mi ser. Una ola de extasis me recorría entera, como si un rallo me hubiera atrapado en su corriente de eterna energía. Por más que la sangre manaba, no conseguía satisfacer mis nuevos instintos. Me había ocultado largo tiempo este deseo y ahora era irrefrenable, casi inagotable. Recuerdo como gemías bajo mi cuerpo, como tu vida iba desapareciendo mientras yo la tomaba entre mis labios y la ingería entera. Poco a poco dejaste de resistirte, se te fue el color, las pulsaciones y finalmente cerraste los ojos.En tu cara se dibujaba el placer , el desconcierto, el miedo a perder la vida, pero ya era demasiado tarde.Chupe tu cuello hasta que no quedó una sola gota, mis manos, mi rostro, todo estaba empapado.Me senté a tu lado, consciente de que acababa de matar a la única persona que algún día había amado, y sonrreí.Por primera vez me había alimentado, y por supuesto, no sería la última.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Sueño


Caminaba entre mis pensamientos, o para ser exactos, corría entre ellos intentando no trastabillear chocando de frente con alguna pesadilla oculta en mis recuerdos. Todo esto a plena luz del día, mientras en mi mente la más oscura de todas las noches se negaba a dejar ver estrella alguna en su cielo. Y de pronto caí. No se si fue en mi mente, o choqué con algo en el mundo real, pero en un segundo todo se envolvió en tinieblas. Nada.

La nada me consumía mirara donde mirara, alcé mis manos para poder apreciar algun matiz de color, pero tampoco estaba, la nada me había consumido. Era incapaz de distinguir si al moverme andaba, o volaba, ni siquiera sabía si me estaba moviendo y empecé a frustrarme. Grandes lágrimas recorrieron con rabia el lugar en el que deberían haber estado mis mejillas y entonces comenzó a llover.

A pesar de lo insustancial de mi cuerpo, sentía frío, podía notar como la lluvia empapaba mi cuerpo inexistente y no había refugio alguno en el que cobijarse. La incertidumbre se apoderaba de mi, poco a poco, segundo a segundo enloqueciendo mi fuero interno.

Pasado un tiempo, que a mi se me hizo eterno, la lluvia cesó. Froté mis ojos para que el agua abandonara las cuencas que no se encontraban allí y entonces lo ví.

Todo era verde, el mundo empezó a germinar ante mis ojos. Primero las tiernas briznas de hierba crecían intentando alcanzar el cielo, luego las flores, las plantas, los árboles, todo empezó a aparecer.

Los pájaros comenzaron a llegar, junto con insectos, y algunos monos. A mi lado brotaba un río y su murmullo invitaba a los peces a saltar entre sus aguas. Seguí la rivera del río por un rato hasta que descubrí que desembocaba en una pausado lago. Me arrodillé, pero mi reflejo se escondía de mis ojos, en un eterno escondite que empezaba a marearme. Quise gritar por primera vez, pero fue come tener la garganta llena de algun líquido que me impedía hacerlo. Ahí estaba yo, presenciando el nacimiento del mundo y sin embargo preocupada de mi misma. Entonces compredí nuestro error, nuestro estigma. Nos preocupábamos más por nuestra insignificante insistencia que por las cosas bellas que crecía a nuestro al rededor. Por eso lo habáimos destruido todo, por eso no vivíamos en paz ni éramos felices. En ese preciso instante lo vi, un hombre. De mediana edad, más parecido a un mono que a los hombre que yo había conocido. Cargaba con una lanza afilada y se escondía entre los arbustos acechando, no era un animal lo que su mirada perseguía, sino una mujer. Al siguiente segundo recuerdo estar sobre él, paralizado por el desconcierto de un atacante invisible. Le clavé mis uñas y aferré mis dientes en su cuello, hasta que conseguí robarle la lanza y undírsela en su pecho, que manaba sangre como una fuente silenciosa. Lo maté, y despúes le llegó el turno a la mujer que perseguía. Y así pasé los días, sin dormir,bebeindo sangre y dando caza al virus más mortal del planeta, el ser humano, cuando acabé me sumí en un profundo sueño.

Desperté tumbada en un cesped, podía oir el devenir de los conches muy cerca. Me incorporé, había niños jugando al rededor, ancianos paseando, y cisnes en un falso estanque. La boca me sabía a sangre, debía de ser por la caida, creo que me desmayé.

Estaba en el mismo mundo real otra vez, pero ahora todo había cambiado.