jueves, 23 de julio de 2009

Amaneciendo en la eternidad


Desde una conciencia traicionada hoy se escriben despedidas al dolor. Durante mucho tiempo lo retorcido ha hecho del camino una senda peligrosa, cada vez más cadenas hacían el ascenso al limbo imposible. La confianza depositada en falsas apariencias y en actos egoistas. Lobos con piel de cordero acampan en nuestra vida haciendo de la vida un castigo, una frustración constante. Cargando en nuestra espalda con más vidas que la nuestra es imposible avanzar, abrir el corazón a la gente solo te asegura la desesperanza.
Amanecía el horizonte y a mí aún me quedaban horas de sueño letargoso, pero cuando me desperté un viento nuevo sopló en mi imaginación. La certeza del camino correcto, la seguridad de haber hecho las cosas bien y de no ser culpable de nada. Entonces, el corazón protegido con candados decició liberarse y volar. Aún estando cerrado lo habían herido de muerte asi que decidió volar para ser inalcanzable, pasear junto al viento meciendo la sangre coagulada hasta entonces. Ya no habrá más arpías acechando en los alrededores, ya no hay cabida para soportar injusticias. No existirá la compasión hacia quien no se la merece. No más grilletes, no más dolor, no más cadenas, nunca más.
Con la mente y el corazón rozando el cielo, solo queda un cuerpo vacío, que aún pudiendo ser encadenado siempre será libre.