lunes, 8 de junio de 2009

La sombra y la luz


Y cada vez que despierta el día, yo retorno a la sombra, moviéndome entre las esquinas y los más pequeños recobecos para que el sol no me azote con su látigo de fuego. Me siento cansada del rencor, del odio, de la superficialidad que envuelve el mundo, así no me encuentro, ni te encuentro ni os encuentro, solo me escondo del dolor que me busca incansablemente.

Sin embargo, cada vez que el sol se oculta comienza mi renacer. La luna me inunda con su luz plateada, la brisa me acuna y me hace avanzar. Por la noche respiro, corro, rio y vuelo. Ya no me escondo, no me hace falta.

Mientras el día muere, el mundo que late dentro de mí se apresura galopante y sale a espandirse con el universo, todo es equilibrio. La noche me enseñó que no necesitaba a nadie a mi lado, que yo sola podía hacer cambiar el universo con un sólo pensamiento. Me enseñó a cerrar los ojos sin tener miedo de quedarme sola por ello.

Y en esta linda noche de viento huracanado salgo al mundo, vuelvo a él, me encomiendo a sus latidos para no dejarme vencer. Me dejo acariciar por su brisa, dejo que que sus tiernas manos me abracen. Soy agua, fuego, tierra y viento.

Y entonces estoy en paz.

Mañana tendre que enfrentarme con el rencoroso sol.

Pero eso es otro día.

5 comentarios:

El chache dijo...

Me ha parecido una maravilla el poder leer algo asi de bueno.
Un lujo.
Un saludete

juan rafael dijo...

Los cuatro elementos concentrados en ti ¡guau!

Andreico dijo...

Muy buen texto, che... Me he ido por un tiempillo de la red.
Saludos

Hedoné dijo...

Como te comprendo...aiss

panterablanca dijo...

La noche está bien, pero sin el sol, yo no podría vivir... ni nadie :-)
Besos selváticos.